| Porque le das de comer. Los gatos son unos excelentes gourmets y, por supuesto, adoran la comida. Si no fuera por tí, tu gato tal vez pasaría hambre y, sobre todo, no tendría esos trocitos de jamón de york tan deliciosos que sueles darle. |
| Porque mantienes limpia la bandeja de arena. Como sabes, los gatos son unos animales sumamente limpios y aprecian considerablemente el trabajo que realizas manteniendo impecable su cuarto de baño. Incluso te ayudan con sus patitas, esparciendo la arena alrededor siempre que pueden. |
| Porque eres un gran compañero. Invierno o verano, cansado o no, siempre estás ahí, dispuesto a jugar con una cuerdecita, una bola de papel u otro improvisado juguete. Hasta ese ratón de trapo, ¡parece tan real incluso después de que tu gato lo haya decapitado repetidas veces! |
| Porque eres un mueble muy confortable sobre el que estar (o incluso dormir). De hecho, eres un hotel de lujo comparado con los demás sitios de la casa donde se podría descansar. Nada como tus rodillas. |
| Porque le proporcionas un hogar. Cuando está lloviendo ahí afuera, tu gato se compadece de los otros pobres animalillos que no tienen donde cobijarse de las inclemencias del tiempo. En cualquier momento, siempre habrá un rincón de tu casa donde pueda ponerse a dormitar a gusto. ¡Todo un lujo! |
| Porque eres más grande que un perro. Y (casi) siempre estás donde te necesita, dispuesto a defenderle de esos antipáticos grandullones. Sobre todo en las eventuales visitas al veterinario, donde no suele faltar un enorme perro peludo esperando su turno. |
| Porque siempre sabes dónde rascarle. Detrás de las orejas, en la barriga, en el morro, tu gato adora la forma en que le rascas, lo aprecia y te lo hace saber con esa cara de satisfacción que sólo él sabe poner. ¡Es la mejor sensación del mundo! |
| Porque siempre contestas. Cuando ellos dicen "miau", tú siempre contestas, bien en lenguaje humano o en un correcto dialecto "gatés", diciendo las palabras adecuadas en el momento más oportuno. |
| Porque le proporcionas superficies donde rascar. Bien sean muebles, alfombras, o delicadas cortinas, siempre habrá algo donde tu gato pueda clavar las uñas. ¿Qué harían ellos sin este material del que amablemente les provees? Incluso, tal vez, tu minino podría considerar el rascar de vez en cuando en ese caro árbol de cuerda que un día le compraste con toda la ilusión en aquella tienda de mascotas... |
| Porque le amas. Esta es la principal razón, que resume y engloba todas las anteriores. Tu gato te quiere a tí porque tú le quieres a él. |
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